Relato incompleto
Todo empezó un día de verano. La gente se agolpaba en una esquina donde proporcionaban entradas gratuitas para el certamen de cine que, a pesar de no gozar del reconocimiento que luego obtendría, ofrecía una vía de escape a la monotonía que la ciudad de Las Palmas emitía al compás de cada uno de sus rayos solares permanentes y rotundos. Todo transcurría con absoluta normalidad hasta que Warer sopesó la idea de obtener alguna recompensa de ese estado de quietud que todos aceptaban con resignación y pasividad. Un estado de ánimo que no llegaba a compartir con el resto de sus conciudadanos, amables y simples personajes que se subyugaban ante la orden del día a día. Él quería romper con sus hábitos de actuar como una mera pieza de ajedrez con movimientos repletos de alevosía que le conducían a adoptar una vida “normal” y sin sentido. Divagaba por los senderos paralelos personales que evadían su mente de lo común. Él construía su vía de escape, su salida de eme...